Los civiles, las vícitmas de siempre en Gaza.

Atrapados entre el bloqueo, los ataques israelíes y las luchas de poder entre Hamas y al Fatah, los civiles de Gaza viven permanentemente al borde de la catástrofe humanitaria.

El pasado viernes, miles de gazatíes marcharon hacia la frontera con Israel convocados por Hamas que, desde hace algo más de un año, ha realizado la renovación de sus líderes y de su carta política. ¿Estamos ante una nueva forma de confrontar a Israel, un enemigo militarmente muy superior?

Interpretaciones aparte, los datos son los datos: 17 muertos en veinticuatro horas según el Ministerio de Salud Palestino además de 355 heridos de bala y 1400 en total según la Media Luna Roja. Es el saldo de la protesta por el Día de la Tierra convocada por Hamas en Gaza. Los palesitnos acusan a Israel de usar una violencia desproporcionada contra los civiles y piden la protección internacional mientras que el primer minsitro israelí, Benjamín Netanyahu, justifica la contundete actuación de su ejército porque -dice – estaba en riesgo la soberanía de su país y la seguridad de sus ciudadanos.

En las próximas semanas veremos si la organización integrista pretende regresar a la estrategia de «piedras contra balas» con maifestaciones de miles de civiles frente a un enemigo militarmente muy superior al que no le tiembla el pulso a la hora de responder . En los últimos años, Hamas ha utilizado los túneles y los cohetes como su principal baza contra Israel, que ha desarrollado complejos sistemas para neutralizar ambas amenazas. Es posible que, sin abandonar esas líneas, la nueva dirección de la organización haya decidido abrir una tercera vía para erosionar la imagen exterior su enemigo y, de paso, reducir las presiones internas por las malas condiciones de vida en la franja que controla desde que se la arrebató a al Fatah, el partido del presidetne palestino Mahmoud Abbas, en 2007.

Los vídeos colgados en las redes de la manifestación, recogidos también por varios medios de Israel, han desatado una fuerte polémica. En el más controvertido de ellos, publicado por la página web del diario conservador Yediot Ahronot, se ve a un joven palestino que huye de los soldados y parece ser abatido por los francotiradores. Es cierto que siempre es difícil comprobar la autenticidad de estos vídeos y saber cuál es su contexto pero la contundencia de la respuesta del ejército parece excesiva, de ahí que la Unión Europea y las Naciones Unidas hayan pedido una investigación independiente.

El ejército israelí responsabiliza a Hamas, en la lista de organizaciones terroristas de la UE y EE.UU, de la violencia. La acusa de lanzar a los civiles contra los soldados y asegura que 10 de los 17 muertos del pasado viernes eran miembros del grupo integrista. Fuente: Portavoz IDF

El ejército de Israel responsabiliza a la organización integrista Hamas, la convocante de la protesta, de la violencia. Asegura que lanza a los civiles, incluyendo mujeres y niños, contra los soldados para esconder sus verdaderas intenciones terroristas y recuerda que es la responsable de numerosos atentados en su territorio y del lanzamiento de cohetes contra sus ciudades cercanas a la franja. Para reforzar sus tesis ha hechos públicos varios vídeos en los que se ven milicianos de Hamas aproximándose a la frontera y jóvenes lanzando piedras a los soldados. El derecho de Israel a defenderse no es cuestionable, pero lo que sí puede ponerse en tela de juicio es si la fuerza que utiliza para ello es proporcionada, en especial, cuando se emplea contra civiles.

Salón del Consejo de Seguridad de la ONU, que no logró consensuar un texto sobre lo ocurrido en Gaza. Foto: ONU

Pero, como en muchos otros casos, el recorrido de esta discusión es escaso. Sea cual sea el resultado de la investigación que piden la ONU y la UE y que Israel rechaza, todo acabará cuando Estados Unidos vete en el Consejo de Seguridad cualquier resolución de condena, igual que hace Rusia con las que perjudican a sus aliados. Pero, en estos momentos, la violencia no es el único problema de los gazatíes. Ni siquiera es el más grave. En Gaza viven más de dos millones de personas según las autoridades locales – aunque algunas fuentes elevan ese número casi hasta los dos millones y medio – encerradas en poco más de 300 kilometros cuadrados. Una población que lleva diez años sometida a un férreo bloqueo israelí con la con la aquiescencia de Egipto y del gobierno de Ramallah, enfrentado con Hamas desde que los integristas les arrebataron el control de la franja en 2007. Los israelíes dejan pasar los productos necesarios para la imprescindible supervivencia mientras que el presidente Abu Mazen impone fuertes restricciónes económicas para forzar a Hamas a aceptar un acuerdo de reconciliación nacional que persigue la entrega total del poder. Los islamistas se niegan y las negociaciones están boloqueadas, por lo que el gobierno de Ramallah no levanta las medidas económicas de presión. Gracias a ello, los gazatíes se ven obligados a sobrevir con cuatro horas de suministro electrico diarias; con el salario de los funcionarios reducido; con su sistema de potabilización y de tratamiento de aguas residuales inoperante y en una situación de permanente necesidad.

Ismail Haniya, líder de Hamas, ha llamado a continuar la movilización el próximo viernes y mantenerla durante seis semanas. Israel ha respondido que no dudará en utilizar la fuerza si la protesta se convierte en una amenaza para sus ciudadanos. Foto: web de Hamas

Con esta manifestación y esta mantanza, Hamas ha conseguido alguno de sus objetivos, como volver colocar a Gaza en el foco mediático y poner presión sobre el gobierno de Ramallah y sobre Israel, aunque ello haya costado muchas vidas. Son los gazatíes quienes han vuelto a sufrir la violencia una vez más. Desde 2006, llevan ya dos devastadoras guerras y, al menos, dos importantes operaciones de castigo que han costado miles de muertos. La ONU asegura que para el año 2020 la situación en la franja será literalmente invivible, entre otras cosas, porque su única fuente de agua potable se habrá agotado. La labor de la Agencia de las Naciones para los Refugiados, la UNRWA, que junto con otras organizaciones humanitarias ayuda a paliar esta situación, no es suficiente, entre otras cosas, por el recorte de fondos decretado por el presidente estadounidense Donald Trump. Por ejemplo, las horas de clase en sus escuelas han tenido que reducirse a sólo cuatro. Los productos básicos, como la comida y las medicinas son importantes pero la educación no lo es menos porque si la UNRWA no educa a los gazatíes serán las organizaciones radicales las que lo hagan.

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