No la pude ver cuando salío a la venta y hacerlo allí, en el Retiro, entre tantos volúmenes, en las casetas de la Feria del Libro de Madrid, ha sido realmente emocionante.

Era nuestra primera Feria. Para los dos. La niña a las puertas del infierno debutaba este año y yo también. Por pirmera vez en mi vida yo estaba al otro lado de la caseta, con un boli, esperando a ver si alguien se animaba a que le firmara un ejemplar. Fuera, bajo el sol de junio, miles de lectores paseaban y se detenían aquí o alla para ojear este u otro libro. Sonrisas, cejas en alto, cara de excepticismo o extrañeza y, a veces, ilusión e interés. Si existe un paraíso para un escritor y su obra, sin duda, es este. Te compren o no; se lleven tu libro o lo vuelvan a dejar,

casi siempre con delicadeza, en la mesa. El simple hecho de que una persona se acerque a pedir una firma merece los años de trabajo y de riesgo que se han pasado en Siria, Iraq o cualquier otro lugar del mundo. Ellos están dispuestos a emplear una parte de sus vidas, intensas o tranquilas, tristes o alegres, cortas o largas en leer lo que nosotros hemos escrito. Desde luego, todos, hasta los que pasaban de largo por la caseta de Kailas, mi editorial, merecen mi agradecimiento.
Y allí, a unos metros de distancia, un buen puñado de grandes escritores. Unos conocidos, otros no y también amigos. Y había sitio para todas las tendencias, para todos los géneros, para todos los públicos. Por la mañana, el compañero Pampliega. ¡Qué alegría verle después de tanto tiempo secuestrado en Siria, la tumba de tantos periodistas; un pozo insondable de sufrimiento para millones de personas. Tenía cola para firmar En la oscuridad, un relato sobre los diez meses que pasó en las garras de al Qaida. Me lo dedicó. No se si tendré agallas para leerlo.

Y luego mi buen amigo Moises Rodriguez. Un gran presentador todoterreno que vale para información general, deportes, cultura y sobre todo cine. Ahí se encuentra como pez en el agua y se ha marcado varios libros estupendos. Recomiendo El universo de Orson Welles y El Universo de Wilder. Pocos, muy pocos se atreven a juntar dos líneas sobre genios de esa talla. Moises lo ha hecho y, además, lo ha hecho bien. Firmaba en la misma caseta que José Luis Garci y Eduardo Torres Dulce, a quienes también pude conocer.

Y luego muchos, muchos más. Desde Carmen Posadas, con su último libro, La hija de Cayetana, hasta Fernando García de Cortázar, también en Kailas, como yo, que traía bajo el brazo Alguien heló tus Labios ¡Qué título más sugerente para una gran obra! No sé si es porque soy periodista, pero tengo especial debilidad por los títulos. Y también estaba David Jiménez, de quien no sabría decir cual de sus libros me gusta más. Los hijos del Monzón es una obra maestra que debía leerse en todas las facultades de periodismo. Espero la siguiente con muchas ganas. Y por supuesto, con más cola que ninguno, ese día firmaban, Alex y Natalia, dos de los chavales de Master Chef junior. En un país en el que la mayoría no coje un libro ni para cambiarlo de sitio, que se lea, aunque sea sobre cocina, es un paso adelante.
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