La niña a las puertas del Infierno se engendra una noche con olor a ralladura de piel de limón y sabor amargo de gintonic, en vísperas de un viaje a Siria. El país estaba sumido ya en esa guerra civil que lo devora desde hace seis años y mi amigo Gonzalo Caretti me sugirió un proyecto que nunca vio la luz pero que, afortunadamente, me sedujo lo suficiente como para empezarlo. Se trataba de hacer algunas historias cortas centradas en la gente que vive y muere en ese y otros conflictos. Meses después, me encontré con más de ciento cuarenta páginas por las que paseaban decenas de personajes: milicianos rebeldes que habían abandonado todo para luchar por la revolución y derribar la dictadura de al Asad; francotiradores gubernamentales; alauíes convencidos de que su supervivencia pasa por la aniquilación del enemigo; refugiados que huyen de los combates para caer en manos de las mafias que los despojan de todo, incluso de su dignidad como seres humanos; casamenteras que gestionan la venta de jóvenes sirias a millonarios árabes o turcos para que las tomen por esposas temporales o yihadistas que viajan a Siria para alistarse en los grupos armados islamistas.
Pero aquel era un relato inconexo, a veces incompleto y sin continuidad. Un bombardeo de pequeñas historias apasionantes, pero deslavazadas, muchas de ellas cogidas a vuelapluma en los ratos libres de un rodaje para la televisión.
Confieso que no sabía qué hacer con él y que fue entonces cuando me dejé seducir por la fascinación de pasar al otro lado. Estaba atado a mi experiencia como periodista y no me había dado cuenta de que podía ir más allá. Tenía la materia prima: las historias de los verdugos y las víctimas de la guerra y ahora podía fundir situaciones y personajes en un crisol infinito de tiempo, espacio y sentimientos. El horizonte era inagotable y tan irresistible cono esas tentaciones que nos arrastran hacia los placeres más oscuros, los que en realidad más deseamos.
En horabuena Osca, el preámbulo está muy bueno, esperemos la novela completa
Saludos
Suerte Óscar con el libro.
Ya me ha enganchado el prólogo que has escrito, en estos días busco el libro para leerlo.
Gracias, Carlos. Un abrazo y suerte.
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