LONDRES Y LOS ERRORES DE OCCIDENTE AL COMBATIR EL TERRORISMO

Las democracias occidentales se están centrando en combatir el terrorismo privándole de medios. Eso es necesario, pero hemos olvidado que, en un mundo hiperconectado, es impresicindible acabar con sus aliados, entre ellos, la corrupción.

El atentado de Londres deja claro que luchar contra este nuevo tipo de terrorismo de bajo coste, que no necesita grandes medios logísticos, es el nuevo reto de los servicios de seguridad.

El nuevo atentado de Londres deja claro que aunque se despoje a los terroristas de explosivos, armas de fuego o se les impida secuestrar aviones, ellos intentarán seguir matando. Este terrorismo «Low Cost», de cuchillos y atropellos, es capaz de esquivar los costosísmos controles de los aeropuertos y muchos sistemas de vigilancia. Por supuesto que es imprescindible arrebatar a los terroristas los medios físicos para cometer atentados, pero eso no es suficiente porque un coche o un puñal están al alcance de cualquiera que tenga la motivación y el odio suficiente para atacar.

Este «terrorismo de bajo coste» tiene un aliado fundamental en Internet, por donde circulan, casi sin control, manuales de fabricación de armas y explosivos, de cómo cometer atentados y, sobre todo, las ideas que los inspiran. Ahora, la Red es la principal herramienta de adoctrinamiento y reclutamiento de los grupos terroristas como el Estado Islámico -DAESH – o Al qaeda. Los servicios de inteligencia ya se han dado cuenta de esto y su labor ha sido fundamental para la prevención de nuevos ataques y para cortar las líneas financiación de estas organizaciones, pero tampoco basta.

La propaganda yihadista inunda Internet y las redes sociales casi sin ningún control. Durante años, el DAESH la a utilizado para captar adeptos, difundir su ideario e incluso activar células durmientes.

Existe una dimensión fundamental del problema que las democracias occidentales están abordando de forma poco acertada: la corrupción. ¿Alguíen realmente cree que el DAESH surgió de la nada y que en unos meses conquistó varias provincias de Irak ricas en petróleo sin la que las autoridades de turno tuvieran noticia de su existencia? Evidentemente no, pero los dirigentes locales hicieron la vista gorda ante las amenazas y sobornos de la organización. ¿Alguien puede explicar cómo los yihadistas han podido vender durante años el crudo de los yacimientos sirios e iraquíes que controlaban sin la aquiescencia de las autoridades de los países vecinos? Claro que no.

De los estados fallidos o débiles de de África, Oriente Próximo y Asia, como Libia, Nigeria, Afganistán, Siria o Irak es de donde salen los recursos y muchos de los miltantes de los que se nutren el Estado Islámico, Al Qaeda o Boko Haram. Allí entrenan a sus miembros, muchos de ellos con nacionalidad europea o estadounidense, que luego regresan a sus países de origen para cometer atentados. Y la solución, como han demostrado las guerras de Irak y Afganistán, no es una costosa intervención militar que arroje a los países a un funesto caos donde proliferan los grupos armados.

La corrupción facilita el acceso de los grupos terroristas a la financiación y les proposrciona espacios seguros de crecimiento en estados débiles o fracasados.

Dotar a esas naciones de estabilidad es imprescindible para acabar con el terrorismo pero, para ello, es necesario eliminar la corrupción económica y política porque la primera crea pobreza y la segunda desigualdad. Ambas cosas proveen de argumentos a los radicales y llenan las páginas web de propaganda yihadista. Además, gracias a la corrupción, gran parte del material que Estados Unidos y el Reino Unido han enviado a los rebeldes sirios durante la guerra civil ha acabado en manos del DAESH y lo mismo ha pasado con las armas enviadas por Qatar o Arabia Saudí.

Acabar con la corrupción es fundamentamental. No sólo para que los estados débiles o fallidos adquieran la estabilidad necesaria para derrotar al radicalismo yihadista, sino también para que los grupos terroristas no puedan aprovecharse de gobiernos corruptos para crecer, crear espacios seguros y conseguir recursos.

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