Si hace diez días le hubieran dicho al líder de Hamas, Yahya Sinwar, que iba a poner al Primer Ministro israelí contra las cuerdas, posiblemente, no lo hubiera creído. Pero, después de la escalada de violencia en Gaza, la mayoría de analistas da por seguro un adelanto electoral en Israel. La cuestión es cuándo.
Escándalos de corrupción aparte, el Primer Ministro de Israel disfrutaba de cierta tranquilidad política. Una calma que le habían proporcionado sus éxitos diplomáticos, basados en su buena relación con Washington. Principalmente la retirada del acuerdo nuclear con Irán y la vuelta a la imposición de las sanciones económicas y el traslado de la embajada a Jerusalén. Esto último supone el reconocimiento de la ciudad como capital de Israel, algo que ninguno de sus ilustres y valorados antecesores había conseguido, inlcuso, tras firmar históricos acuerdos de paz y hacer dolorosas concesiones. Él lo había conseguido sin nada de eso, principalmente, por sus buenas relaciones con el Presidente Turmp.
Pero los hechos han demostrado que su situación era más frágil de lo que se pensaba y el domingo por la noche todo cambió. En ese momento estábamos en la fase final de una complicadísima tregua entre Israel y Hamas que el general Ahmed Abdelkhaliq, director para asuntos palesitnos de los servicios de inteligencia egipcios, estaba negociando con el respaldo de Qatar y la aquiescencia, a regañadientes, del Presidente Palestino, Mahmoud Abbas. Entonces, un comando de las fuerzas especiales israelíes se infiltro en, Khan Younis, al sur de la franja de Gaza.
Poco ha trascendido de su misión, pero sí que fueron descubiertos y se produjo un tiroteo y un bombardeo posterior en los que murieron seis milicianos de Hamas y Nour Baraka, comandante de la brigada Khan Younis de las Brigadas de Izedin al Qasam, el brazo armado de la organización integrista Hamas. Baraka era el encargado de los túneles de la oranización en esa zona. Además, también murió un teniente coronel israelí, algo poco frecuente.
Video put by al Aqsa TV shows the targeting of an #Israeli bus carrying soldiers by guided anti tank missiles fired by #Hamas military wing from #Gaza pic.twitter.com/IGc616QcnX
— Nasser Atta (@nasseratta5) 12 de noviembre de 2018
El nuevo líder de Hamas, Yahya Sinwar, aprovechó la ocasión. La organización integrista, apoyada por la Yihad Islámica, lanzó una lluvia de
cohetes sobre Israel. Alrededor de 500 proyectiles en tan sólo veinticuatro horas. La mayoría cayó en campo abierto; cerca de un centenar fueron interceptados por el Iron Dome, el sistema de defensa antiaérea israelí y otros alcanzaron las ciudades del sur del país. Entre ellas Beer Sheva, la llamada capital del sur, donde mataron a un hombre, paradójicamente, un palestino.
Además, la televisión de Hamas hizo público un vídeo en el que se ve como sus milicianos siguen a un autobús militar con un dispositivo óptico y cuando sus militares se han bajado, disparan un misil anticarro de fabricación rusa. Aunque horas más tarde las milicias palestinas pedían una tregua, la magnitud de la respuesta ordenada por Sinwar sorprendió a los israelíes, que desataron una campaña de bombardeos sobre más de 160 objetivos en la
franja, entre ellos la televisión de Hamas. Puede que Sinwar no fuera consciente de ello, pero las circunstancias que rodean su decisión de responder con cohetes a la operación israelí puede ser el catalizador de la caída de Netanyahu.
La tregua posterior, auspiciada por los egipcios, le ha salido cara a Netanyahu. Cuatro de los ministros que estaban presentes en la reunión del Gabinete de Seguridad israelí -Liberman, Shaked, Elkin y Bennett – se pronunciaron en contra. Después, el titular de Defensa presentaba su dimisión y Hamas lo celebraba en la franja como una victoria. Incluso, Sinwar ha alardeado de que, a la próxima, sus cohetes llegarían a Tel Aviv.
La dimisión de Liberman dejaba al gobierno del Likud con una mayoría parlamentaria de tan sólo un escaño, pero sustentada por una coalición de cinco partidos. Formaciones cuyos intereses contrapuestos hacen que la mayoría de los analistas apuesten por un adelanto electoral. Eso dijo el Ministro de Educación, Naftali Bennett, del partido de derechas Hogar Judío, que exigió la cartera de Defensa para apoyar al gobierno. Al término de su reunión con Netanyahu del pasado viernes, Bennett aseguró que habría adelanto electoral, pero el Primer Ministro lo desminitió. Bibi ha preferido asumir ese ministerio antes que entregárselo a un rival político a tan sólo unos meses de un posible adelanto electoral.
Según los medios israelíes, Netanyahu ha hablado con todos los integrantes de la coalición para mantenerla unida, pero con poco éxito. Liberman no parece dispuepuesto a dar marcha atras porque quiere congraciarse con su electorado de estrema derecha después de esta etapa en la que muchos de sus fieles le exigían más mano dura con los palestinos. Recordemos que llegó al cargo con la promesa de que si los líderes de Hamas no entregaban los cuerpos de los soldados israelíes que tienen en su poder no durarían ni cuarenta y ocho horas y que, precisamente, dimitió porque dijo que no prodía seguir en su puesto y mirar a los ojos a los habitantes del sur, los que más sufren los cohetes. Dos años después de su nombramiento, los líderes de Hamas siguen vivos, no han entregado los cadáveres y los proyectiles siguen cayendo.
Después del éxito electoral de Moshe Leon, su apuesta para la alcaldía de Jerusalén, Liberman cree que ha llegado la hora de dejar caer a Netanyahu. Leon ha contado también con la aquiescencia de Aryeh Deri, del ultraortodoxo Shash, también partidario de un adelanto electoral nacional. En el mismo sentido se ha mostrado Moshe Kahlon, del centrista Kulanu. Con sus tres principales socios de gobierno en esa posción, parece claro que el primer ministro, investigado además por cuatro casos de corrupción, no podrá aguantar demasiado. De
hecho, muchos columnistas sostinen que lo que en realidad está negociando es la fecha de los comicios. Kahlon, Deri y Bennett prefienren ir cuanto antes, para aprovechar el momento de desgaste del gobierno y evitar que Netanyahu tenga tiempo de dar algún golpe de efecto, quizás, el establecimiento de relaciones con algún país árabe. Sus entornos hablan de la última quincena de marzo, tras el Purim, los carnavales judíos. Bibi, sin embargo, prefiere finales de mayo, después de la celebración del Festival de Eurovisión, que tendrá lugar en Israel y del Día de la Independencia.
Se da por hecho que habrá elecciones antes del próximo verano, dentro de tan sólo unos meses en los que la situación en Gaza es muy inestable, sometida al bloqueo israelí, manifestaciones constantes frente a la frontera y con la amenaza constante de los cohetes. Un periodo preelectoral en Israel con la franja en esas circunstancias puede ser el escenario perfecto de una nueva guerra.
La niña a las puertas del infierno, el final del viaje inesperado.