Hace un año, este blog publicó una entrada titulada ¿SE ACABÓ LA BARRA LIBRE? AL ASAD ENSEÑA LOS DIENTES… El derribo del F-16 israelí, el primero desde 1982, confirma que, a partir de ahora, Israel tendrá que pagar un precio por sus incursiones en Siria. Además, los crecientes enfrentamientos entre las potencias involucradas en guerra civil demuestran que una escalada horizontal del conflicto es una posibilidad más real que nunca.
En aquella ocasión -marzo de 2017- los sirios respondieron a una operación israelí con misiles SA5 y SA200 y los israelíes, según reconocieron en un comunicado, tuvieron que proteger sus cazas con el sistema ARROW. Entonces no sufrieron bajas, pero ahora, las avanzadas defensas hebreas no han podido evitar un derribo que supone un punto de inflexión en el conflicto.
Los aviones israelíes participaban en una operación contra una base de la que había salido un dron iraní situada cerca de Palmira. Parece uno de ellos se separó de la formación y los sirios dispararon más de una veintena de misiles contra él. La reacción no se hizo esperar. El gobierno de Benjamin Netanyahu ordenó un segundo ataque que, según algunos medios israelíes, podría haber destruído casi la mitad de las defensas antiaéreas sirias. El primer ministro estudiaba más acciones cuando -segun esos diarios – una llamada del Presidetne Ruso, Vladimir Putin, detuvo una escalada mayor.
Israel suele realizar numerosas incursiones en territorio
Sirio que persiguen impedir el rearme de la milicia libanesa de Hezbolá, con la que mantuvo una cruenta guerra en 2006. El conflicto civil sirio ha hecho realidad una de las peores pesadillas de los estrategas israelíes: que los milicianos chiíes y las tropas sirias campen a sus anchas en su frontera norte junto a la Guardia Revolucionaria iraní. Cabe recordar que Israel considera a Irán y a su programa nuclear como la principal amenaza para su supervivencia.
La puerta a un enfrentamiento abierto entre Irán e Israel en Siria ha quedado entreavierta. Esa posibilidad cobra fuerza en un momento en el que el conflicto sirio sufre una creciente internalización. Ya desde el principio ha sido una guerra donde las diferentes potencias han apoyado a sus aliados más o menos abiertamente, pero ahora, esa tendencia es mucho mayor. Prueba de ello es que, cada vez con más frecuencia, asistimos a intervenciónes directas e incluso, a choques entre ellas.
Y los ejemplos se dan cada vez más amenudo: el bombardeo estadounidense que mató a numerosos ciudadanos rusos, posiblemente mercenarios; los choques entre Turquía y Estados Unidos por la intervención de Ankara en el Kurdistán o los bombardeos israelíes.
El momento es peligroso. Apoyado por Rusia, su principal aliado, el régimen Sirio ha logrado avances muy significativos contra los rebeldes y contra el DAESH y tarde o temprano tratará de recuperar el control sobre la parte de su territorio que ahora ocupan los turcos, sobre el Kurdistán y sobre su espacio aéreo. Las derrotas infringidas al enemigo común, el Estado Islamico, han traído como consecuencia el choque de quienes antes intentaban destruirlo. La lucha por el espacio que han dejado los yihadistas está creando un nuevo escenario de confrontación que puede producir una escalada horizontal del conflicto sirio. Ahora más que nunca, es necesaria una acción diplomática internacional conjunta que evite una escalada de violencia entre los países involucrados en la guerra.
¿SE ACABÓ LA BARRA LIBRE? AL ASAD ENSEÑA LOS DIENTES A ISRAEL
La niña a las puertas del infierno, el final del viaje inesperado.