TURQUÍA, LA PRENSA Y EL PODER DE ERDOGAN

Vuelvo a leer que un tribunal turco ha condenado, de nuevo, a más periodistas. Esta vez seis, por terrorismo. Otra condena más; otra vuelta de tuerca en un escenario preocupante.

Erdogan en Estambul, durante uno de los mítines de cierre de campaña de las pasadas Elecciones.

Şahin Alpay, Ali Bulaç y Ahmet Turan Alkan, 8 años y 9 meses por pertenecer a una organización terrorista. İbrahim Karayeğen 9 y Mümtazer Türköne y Mustafa Ünal, 10 años y 6 seis meses por las mismas acusaciones por formar parte del aparato de información del clérigo Fetulah Gülen, el hombre que según el Presidente Erdogan estaba detrás del golpe de estado que intentó derrocarle en 2016. En abril otros 14 se sumaron a la ya larga lista de condenados al recibir penas de más de 50 años. Desde el fallido cuartelazo de hace dos años, alrededor de 150 medios de comunicación han tenido que cerrar  y se ha encarcelado a unos 120 redactores y editores. Según el último informe del Comité para la Protección de los Periodistas, Turquía es el principal carcelero, con 73 presos, pero Amnistía Internacional eleva ese número a mas de un centenar.

Recientemente, yo he estado en Estambul para cubrir las ultimas elecciones legislativas y parlamentarias para TVE y debo decir que no he recibido ninguna presión del gobierno. Más bien al contrario, me facilitaron la obtención de las acreditaciones de prensa incluso estando fuera de plazo y en ningún momento nuestro equipo sufrió hostilidad alguna. Sin embargo, después de hablar con varios compañeros locales y extranjeros que trabajan allí  mi preocupación sobre la situación aumenta.

El cámara de TVE, Mikel Marín y el editor de vídeo, Luis Lacorzana, durante las celebraciones por la victoria de Erdogan.

Tras el resultado de las útlimas elecciones y la reforma constitucional de 2017, el Presidente Erdogan se ha convertido en el mandatario que más poder acumula en la historia de la Turquía moderna tan sólo por detrás de su creador, Mustafá Kemal Ataturk. A partir de ahora asume las competencias del Primer Ministro y tendrá, además, poderes presupuestarios. En la práctica eso no supondrá un gran cambio porque hasta ahora el jefe de gobierno era del partido del Presidente – el islamista AK, Justicia y desarrollo – que también controlaba la Cámara. Erdogan ha perdido la mayoría parlamentaria pero gracias a su alianza con la extrema derecha nacionalista del MHP seguirá controlando el Hemiciclo. En ese sentido se podría decir que pierde poder, pues necesita a su aliado, pero la realidad es que tras los cambios en la Constitución aprobados el pasado año, el Parlamento ha sido despojado de gran parte de sus capacidades para controlar al jefe del Estado.

Todo ello hace temer que, con mayor poder, Erdogan se vea tentado a profundizar en el giro autoritario que inició hace años. El lunes próximo anunciará su nuevo gobierno mientras los indicadores macroeconómicos son cada vez peores. El paro va en aumento; la inflación roza el 11 por ciento; la Lira turca está casi en caída libre y muchos analistas aseguran que una gran devaluación de la moneda es inminete. Ello aumentará el descontento de una población ya castigada por la mala marcha de la economía y muchos analistas y opositores creen que el gobierno aumentará la presión sobre los medios de comuicación, que ya es mucha.

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