¿De verdad estamos derrotando al DAESH? De Manchester a Marawi hay más de 11.000 kilómetros pero los yihadistas golpearon ambas ciudades en menos de 24 horas. Es la mayor amenaza terrorista de la historia porque Internet la ha convertido en global.
Día 22 de mayo. Salman Abeidi, un joven de origen Libio hace estallar la carga que llevaba consigo y mata a más de 20 personas en el Manchester Arena. La mayoría eran adolescentes que acudían a un concierto de música. El grupo terrorista Estado Islámico se atribuye la masacre. La Primera Ministra del Reino Unido, Theresa May, confirmó que el joven era británico, nacido en 1994 en la misma ciudad donde cometio su matanza. Según publican algunos medios locales, a principios de año el FBI advirtió al MI5, el servicio de inteligencia británco, de que Abeidi se había radicalizado y de que formaba parte de una célula norteafricana que preparaba un atentado. El joven fue investigado pero los agentes descartaron que fuera una amenaza. Se confundieron.
Día 23 de mayo, en la ciudad filipina de Marawi el ejercito intenta capturar a Isnilon Hapilon -Abu Abdullah al-Filipini -, emir del DAESH en el sudeste asiático desde 2016. Acorralado, el antiguo miembro de Abu Sayaf hasta 2013 pide ayuda a los militantes del grupo islamista Maute, que ha jurado lealtad a Abu Bakr al-Baghdadi, Califa del autoproclamado Estado Islámco. Los yihadistas toman gran parte de la ciudad, de 200.000 habitantes, ante la retirada inicial de las fuerzas de seguridad.
Y después, en Bagdad y en Egipto, contra los cristianos coptos y posiblemente, en Kabul, ya que los talibán niegan su responsabilidad en el atentado del pasado 31 de mayo que dejó más de un centenar de muetos. Ataques que vuelven a demostrar que el DAESH aun es capaz de golpear en puntos lejanos del planeta por mucho que la presión militar esté resquebrajando el Califato en Siria e Iraq. Pero queda el Sahel, Libia, el Cuerno de África, el Sinaí y ojo, el impenetrable y permeable sudeste asiático. Allí, más de medio centenar de grupos armados han jurado lealtad a Abu Bakr al-Baghdadi y, según los expertos, solo es cuestión de tiempo que el DAESH proclame un Califato en alguna zona remota de la región. Quizás, cuando los combatientes indonesios que actualmente luchan en Siria e Iraq regresen. El profesor Rohan Gunaratna asegura que «la transformación del ISIS, que antes era un grupo que pretendeía construir un Califato, en un movimiento terrorista insurgente global» está radicalizando a los musulmanes del sudeste asiático y enfrentándolos con otras comunidades. Y eso es algo que se puede aplicar a otras muchas regiones del planeta.
Esa transformación en un movimiento terrorista insurgente global es la que
debe preocupar a las democracias occidentales. Sus aspiraciones traspasan fronteras y llegan allí donde se encuentren sus adeptos, hasta el punto de es capaz de captar, no sólo indivíduos, sino grupos enteros previamente organizados. Desde pequeñas células creadas en países europeos o en Estados Unidos hasta grandes grupos armados que llevan años poniendo en Jaque, por separado, a sus respectivos gobiernos. Ahora, desde el Sahel al sudeste asiático, esos grupos pueden acutar de manera conjunta bajo la bandera del ISIS. Sólo era cuestión de tiempo.