Hay muchas incertidumbres, pero una cosa está clara: a Mohammed bin Salman, el príncipe heredero de Arabia Saudí, no le tiembla el pulso. Con la gran purga que ha ordenado el hijo favorito del rey Salman afianza su poder y reafirma su politica exterior.
No son pocos los que aseguran que es un hombre inteligente y preparado, pero con una fuerte tendencia a actuar de manera impulsiva. Eso cuenta el reducido círculo de personas que tiene acceso a las más altas esferas de la Casa de al Saud. Aunque quizá, eso no sea del todo cierto, porque una purga de esta magnitud, la mayor en la historia moderna del país, no se prepara de la noche a la mañana. Algunas fuentes hablan de más de 500 arrestos ordenados por la comisión contra la corrupción que dirige el príncipe, cuyo ascenso ha sido meteórico.
La noche del sábado fueron detenidos once príncipes, cuatro ministros, varios exministros e influyentes hombres multimillonarios. Entre ellos, el príncipe Miteb, hijo del fallecido rey Abdalah y jefe de la Guardia Nacional; su hermano, el príncipe Turki, exgobernador de Riad; ministro de Economía, Adel Fakieh y al influyente multimillonario, Alwalid Bin Talal.
Parece claro que el príncipe Mohammed no va a tolerar
ninguna oposición. Ni en lo referente a la política interna ni en la internacional. Con respecto a la primera se dice que está dispuesto a impulsar reformas importantes. En la punta del iceberg están cambios llamativos, como la autorización para que las mujeres conduzcan o la apertura de salas de cine, pero hay más que parecen no gustar a los sectores más tradicionales y privilegiados por el statu quo. El nuevo heredero tendría en mente reducir el sector público; avanzar hacia un liberalismo económico moderado y sacar a bolsa Aramco, la joya de la corona, la gran petrolera estatal saudí en 2018. Acutaciones que amenazan el equilibrio de poderes que impera en el reino del del desierto. Los útlimos acontecimientos han llevado al precio del petróleo a máximos desde 2015.
Su actuación cuenta con el apoyo de Washington, que ve con muy buenos ojos su oposición a Irán. Parece que el joven príncipe Mohammed, de tan sólo 32 años, quiere reivindicar el papel de potencia regional de Riad frente a Teherán. Algunos de los detenidos habían criticado la intervención militar en Yemen, impulsada por el heredero, que tan malos resultados ha tenido. Ahora se abre un nuevo frente en el Líbano tras el viaje a Riad y la dimisión del primer ministro, Saad Hariri. Mohamed bin Salman quiere contrarrestar el poder de la organización chií Hezbola, el partido de Dios, aliado de Irán. Parece que los tiempos en los que Arabia Saudí observaba los acontecimientos en Oriente Próximo desde la barrera han pasado a la historia. Habrá que ver si el impulsor de todos estos cambios a nivel interno y de política exterior está a la altura de lo que pretende.
MOSUL LUCHA POR REGRESAR DEL INFIERNO (I)
No me creo lo de las reformas aperturistas, creo que es una operación cosmética de cara a la galería internacional previa a su golpe palaciego para ganarse a la comunidad internacional antes de empezar con lo que iba a empezar… También ha detenido a activistas aperturistas y otros partidarios de un Islam más relajado… Un movimiento previo para amortiguar las críticas…